Saber controlar la araña roja, a esta altura el cultivo es fundamental si no queremos tirar a la basura toda la temporada de cultivo, es básico saber reconocer el entorno favorable al desarrollo de la plaga, saber como luchar contra ella, en ningún modo puede ser, la araña, favorable al desarrollo de la planta. El animal es de la familia de los ácaros, como todos los ácaros, prefiere sitios no muy limpios, donde pueda esconderse mejor, y si lo encuentra…cada hembra de este insecto no vive mucho, solo 28 días, pero es capaz de poner hasta 5 huevos por día, 1 araña roja hembra puede dar vida a 140 arañas rojas…así que mejor saberlas reconocer y eliminarlas lo antes posible antes de que sea demasiado tarde.
La araña roja prefiere climas cálidos y seco, les encanta, y en cuanto se haga suficientemente fuerte como para tener una colonia, ya aguanta mejor los cambios de las condiciones climatológicas, aguantando mejor el frío, que es algo que le fastidia bastante. Se presentan como puntitos rojizos, negruzcos, que se mueven bastante rápidamente, se suelen poner en la parte baja de las hojas, donde succionan la savia de la planta, succionando célula por célula y dejándola amarilla, por esto a la vista se presentan marchitas amarillas, claramente muchas manchas en las hojas les puede debilitar porque limita la fotosíntesis, de consecuencia limitaría también la cosecha. La plaga se alimenta de diferentes tipos de plantas, no solo el cannabis le llama la atención, si no también otras plantas como berenjenas, tomates, rosales, varias ornamentales y alguna que otra mas.
Se supone, que como todo parásito, puede ser portador de virus, aunque sea mas difícil no es imposible, como las reconocemos? solemos reconocerlas por las picaduras que hacen a las plantas que tenemos, notaremos las manchitas amarillas, giraremos la hoja y allí estarán, puntitos negros en el peciolo o la misma hoja, intentando a buscar reparo. En este caso ya sabemos que son ellas, entonces, hasta que sean pocas, será mas fácil eliminarlas, y hay diferente métodos caseros que pueden ser útiles o sacaros de un apuro eventualmente.
Jabón Potásico: producto de origen vegetal, hace una película alrededor del insecto causándole asfixia, pulverizado, posiblemente con pulverizador a presión para arrastrar los posibles huevos que hayan, desde abajo hacia arriba, no es necesario medir el ph de la solución. En prevención 1ml/l en insecticida 10ml/l. Tiene plazo de seguridad de 2 semanas. Se puede mezclar con varios productos mas para aumentar su efecto.
Extracto de ajo: Es un insecticida sistemico, actúa como fungicida también, mezclado con extracto de guindilla, tabaco o laurel puede aumentar su eficacia aunque hay que experimentar dosis y tolerancias. El extracto de ajo solo se puede usar pulverizado, siempre a presión, con 2/3 dientes de ajo y a macerar unos 2/3 días es suficiente. No tiene plazo de seguridad, el que hace de el un producto seguro aunque apestoso.
Aceite de neem: Se usa mas bien como preventivo, realmente es eficaz solo con las larvas de la mosca de suelo, es un insecticida sistemico, básicamente deja un mal sabor para el huésped, no para el consumidor, e invita el huésped a cambiar de victima, aunque si no hay nada mas, se quedará igualmente. Se puede pulverizar y usar en riego.
Piretrina: Es un extracto de la raíz del crisantemo, tiene plazo de seguridad, aunque sea un producto natural, hay que tener cuidado al usarlo, tiene una toxina nuerotoxica, así que pulverizarlo con atención!
Tabaco: Un paquete de tabaco macerando en 10 litros de agua por 10 días, del resultado se toman solo 2,5 litros y se mezclan con 10 litros de agua, el resultado se pulveriza. Actúa como insecticida, pero, debido al contenido de nicotina, puede ser nocivo para la planta, no hay que exceder.
Si estuviese en interior, aumentando la humedad y bajando la temperatura, podría ser suficiente como para debilitarlas y, con 1 o 2 aplicaciones eliminarlas, la ultima alternativa valida y eficaz pero mas cara aunque biológica, es hacer lucha biológica, pero este será tema para otro articulo.
Autor: Fabio Inga